China eleva a Xi a rango inmortal

El líder chino, Xi Jinping, en el centro rodeado de la dirección del Partido Comunista de China
El cónclave de los comunistas chinos

El PCCh inscribe a su líder en la Constitución del partido junto a Mao y Deng

China ya tiene de forma oficial a su Gran Timonel para el siglo XXI. El congreso del Partido Comunista chino (PCCh) aprobó ayer inscribir el pensamiento político del presidente del país, Xi Jinping, con su nombre en la Constitución de la formación. Una decisión que lo sitúa al mismo nivel que al fundador del régimen, Mao Zedong, al tiempo que consolida su poder y le allana el camino para una prolongada estancia al mando del gigante asiático. Una consagración que será ratificada hoy con su designación al frente del poderoso Comité Permanente del partido para los próximos cinco años.

Más de 2.300 delegados aprobaron ayer de forma unánime la decisión de elevar a su actual secretario general y presidente del país al panteón de los líderes inmortales del partido-Estado, junto a Mao Zedong y Deng Xiaoping, que no tenían limitación a sus mandatos y nunca se jubilaron. Decidieron incluir “el pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” en la Constitución del partido y convertirlo, por tanto, en uno de los ejes rectores de actuación para esta organización de más de 89 millones de afiliados, según la agencia Xinhua. Una decisión que supone, entre otras cosas, que a partir de ahora sus ideas se convertirán en aprendizaje obligatorio para los estudiantes chinos desde la escuela primaria hasta la universidad.

La adopción de esta iniciativa en la última jornada del XIX congreso del PCCh, un cónclave que los comunistas chinos celebran cada cinco años en el Gran Palacio del Pueblo, en la plaza de Tiananmen de Pekín, para renovar su cúpula dirigente, va más allá de su enorme valor simbólico. Revela la capacidad de liderazgo de Xi. Ningún otro dirigente desde los tiempos de Mao ha visto una ideología con su nombre incluido inscrita en el documento constituyente del partido mientras estaba en el cargo. Sin ir más lejos, el nombre de Deng y su “teoría sobre el socialismo con características chinas”, para justificar la apertura a las reformas económicas de los ochenta, sólo se inscribió en la Constitución del PCCh tras su muerte en 1997.

Y los predecesores más reciente de Xi, Jiang Zemin y Hu Jintao, se han tenido que conformar con ver cómo sus aportaciones teóricas se incorporaban al texto fundamental de la organización comunista, pero de forma anónima, sin añadir sus nombres. Unos hechos que confirma el enorme poder que ha acaparado el presidente chino desde que asumió el liderazgo comunista en el 2012.

La incorporación del pensamiento de Xi Jinping a las guías rectoras de la organización comunista sugiere, por otra parte, un rechazo frontal a una mayor apertura política. Sus ideas, expresadas durante su larga intervención de tres horas y media en la inauguración del XIX congreso del partido, se encarnan en dos grandes principios. El primero de ellos se refiere a la necesidad de que todo los aspectos de la vida en China estén bajo el control del partido, desde la economía hasta internet, pasando por la política, el ejército, la cultura y la religión. Su liderazgo no debe cuestionarse. “Todo debe estar situado bajo la dirección del Partido Comunista”, les dijo Xi a los más de 2.300 asistentes a la reunión, si bien precisó que el partido debe ser más disciplinado y receptivo a las necesidades de la población.

El segundo principio de Xi Jinping hace referencia a sus anhelos de que China se convierta en una gran potencia próspera y respetada, después de un siglo y medio de humillaciones por parte de Occidente. Aspira a que en el año 2050 el gigante asiático se convierta en un país con una gran influencia mundial y unas fuerzas armadas de primer orden.

Unas ideas que dan a entender que si la era de Mao fue de revolución y construcción nacional y la de Deng de reformas y apertura para que China se convirtiera en una gran potencia económica, la era de Xi Jinping se adivina de control y nacionalismo.

La primera señal de lo que deberá ser su segundo mandato de cinco años debería producirse hoy, cuando se desvelen los nombres de los 24 miembros del Politburó y los cinco que junto a Xi y a su primer ministro, Li Keqiang, formarán parte del comité permanente, la verdadera cúpula dirigente china. De este núcleo debería salir su sucesor potencial.

Muchos analistas predicen, sin embargo, que el dirigente chino no designará ningún sucesor, Una situación que no se ha producido en los últimos veinticinco años, pero que da entender la incomodidad que le produce a Xi este sistema sucesorio y su voluntad de proseguir en el poder para lograr sus objetivos. “Su inscripción en la Constitución del partido es una confirmación indirecta de que seguirá hasta el 2027”, dijo Willy Lam, un sinólogo de la universidad China de Hong Kong.

Esta opinión es compartida por Bill Bishop, autor del confidencial Sinocism China, que considera que “con su nombre en la Constitución del Partido, la cuestión de su sucesión ya no se plantea. Mientras esté con vida será él quien tendrá la última palabra”.

Otros estiman que el hecho de que Xi no designe ahora sucesor no implica que quiera seguir en el poder más allá del 2022 y que hay que esperar a conocer la composición del comité permanente y si son afines al líder.

De momento, el zar anticorrupción y mano derecha de Xi, Wang Qishan no repetirá, según se deduce de su ausencia en la lista de miembros del comité central. A los 69 años, el responsable de haber castigado a 1,5 millones de funcionarios por corrupción desde el 2012, opta por la jubilación. Una pérdida que quizás le importe a Xi si controla todos los resortes del poder.

- Libertad bajo fianza para los activistas de Hong Kong.

Dos líderes estudiantiles del llamado movimiento de los Paraguas de Hong Kong, Joshua Wong y Nathan Law, fueron ayer puestos en libertad bajo fianza tras ser condenados por encabezar las movilizaciones en favor de la democracia de finales del 2014 en la excolonia británica. En agosto, los dos jóvenes fueron sentenciados a seis y ocho meses de cárcel, después que el ministro de Justicia lograra que el tribunal anulara una condena anterior más suave por las protestas frente a las oficinas del jefe de Gobierno y del Parlamento de Hong Kong. “El Gobierno puede encerrar nuestros cuerpos pero no puede encerrar nuestros espíritus”, declaró Wang, de 21 años, que tenía 17 cuando se convirtió en uno de los rostros de la movilización. Estarán en libertad hasta el 7 de noviembre, cuando el Tribunal de Apelaciones debe pronunciarse sobre su condena. Alex Chow, otro líder del movimiento de los Paraguas, fue condenado a siete meses pero no ha pedido la libertad bajo fianza.

(Isidre Ambrós, La Vanguardia)